Por Alan Cortés | Lee más de este autor aquí.
La Nueva Normalidad y la sociedad moderna
Hace algunas semanas las autoridades federales en materia de salud cambiaron la forma en la que se ha llevado la pandemia del nuevo coronavirus COVID-19; recordemos que en un inicio Susana Distancia tomó parte como la primera fase de manejo de esta crisis sanitaria; en cambio ahora lo que conocemos como Nueva Normalidad nos presentó un semáforo de riesgo epidemiológico de cuatro fases: rojo, naranja, amarillo y verde, siendo verde el horizonte a la nueva realidad, y rojo la alerta máxima de riesgo; el semáforo en sí implica el desconfinamiento paulatino de la sociedad mexicana, y se determina con base en la cifras reportadas por cada entidad.
Todos los estados de la república iniciamos en semáforo rojo naturalmente, lo que implicó que las medidas de la Jornada Nacional de Sana Distancia no se modificaran. Luego, 17 estados entramos a semáforo naranja, una fase de preparación y de reapertura parcial de ciertas actividades que se unen a las actividades esenciales. Así la Ciudad de México y otros estados, entre ellos Morelos, entramos a color naranja.
En el panorama estatal de Morelos, se creía que Tepoztlán, por ser el principal destino turístico de la entidad, iba a ser el municipio más afectado, sin embargo, la realidad fue distinta. Y es que fue distinta debido a la autodeterminación social, que desde primer momento iniciaron una medida que no veíamos desde 1995, los retenes en las entradas al pueblo, que esta vez tienen una misión de revisión sanitaria. Estos contribuyeron a la drástica disminución de los casos de contagio y la dispersión del virus, es por tanto, una buena medida tomada por la colectividad y apoyada ciertamente por la municipalidad.
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Ahora en el marco de la reactivación económica y reapertura parcial, es cierto que luego de más de cien días, la economía local había de reabrirse, claro, con los cuidados pertinentes y necesarios que, contengan la transmisión del coronavirus; por lo que los hoteles, hospedajes y posadas, los restaurantes y establecimientos hubieron primero que cumplir con un protocolo de seguridad sanitaria, que además de otras cosas implica que el aforo máximo de todos ellos es del 40%. Hay que dejar bien claro, que la reapertura al turismo no implica el retiro de los retenes, que nacieron de la voluntad popular colectiva y por tanto, siguen sujetos a la democracia interna del pueblo tepozteco. En asamblea con los voluntarios de estos filtros de acceso, el cabildo tepozteco escuchó la opinión de los principales sabedores de lo que al derredor de los filtros ocurre, y que ayudó a determinar que a pesar de la reapertura parcial de las empresas con distintivo de empresa responsable que emite el Gobierno Municipal, los retenes seguirán.
Los principales retos de la Nueva Normalidad para Tepoztlán son claros: primero, lograr la reapertura económica, turística y comercial siendo prudentes y cuidadosos, de tal forma que se siga (en la medida de lo posible) conteniéndose la dispersión del coronavirus COVID-19: "enemigo de la humanidad"; luego, seguir manteniendo permanente atención en qué es lo que pasa dentro de los retenes y en los sectores que, anteponiendo otro tipo de actitud, de forma descuidada, evaden las medidas establecidas por la autoridad sanitaria. Es claro y evidente: luego de terminar con la dispersión del SARS-CoV-2, la "normalidad" no implica ser como antes.
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